jueves, 21 de mayo de 2009

Globalización, Tradiciones e Identidad Nacional

Es sumamente común escuchar a la gente hablar de que la globalización es un proceso que al fin y al cabo terminara con desechar las identidades nacionales, para reemplazarlas por una sola identidad global originada en un centro común, una superpotencia política y económica que en nuestros días bien podría ser los Estados Unidos de Norteamérica, o en su defecto, los países de la Europa Occidental y Europa del Norte. Pero, ¿cuánto tienen de cierto estas afirmaciones? ¿Qué capacidad de proyección tiene una costumbre adquirida desde el extranjero hacia el interior del país al cual se esta introduciendo, y en que medida esta costumbre se mantendrá inmácula, tal y como fue concebida en el exterior?

En la primera parte de este ensayo nos abocaremos exclusivamente al tema anteriormente planteado, y daremos algunas luces acerca de cómo tratar a las nuevas costumbres que están penetrando especialmente en el tercer mundo producto de la globalización y el fenómeno de aldea global.

Se hace necesario aclarar que al hablar de identidad, estamos frente a un fenómeno que no es en lo absoluto estático. El individuo o la sociedad se hallan en una permanente búsqueda de su identidad, y, por lo tanto, su identidad misma se halla constantemente mutando en nuevas formas.

Si bien es cierto que una parte importante de la identidad de un país se halla cimentada en sus orígenes históricos, como la Guerra de Arauco, la Guerra por la Independencia o la Guerra del Salitre en el caso chileno, también es determinada en gran medida por los gustos de la colectividad del país o tradiciones, que se hacen presentes a cada momento y en todos los rincones del país, y no solo en el mes de Septiembre como dirían algunas personas.

Podemos observar que las tradiciones no solo son comer empanada, tomar vino tinto, jugar al emboque y al palo encebado. Tradición es también pintarse la cara de blanco, azul y rojo para los partidos de la Selección Chilena. Tradiciones son también la infinidad de festividades religiosas y culturales que se celebran a lo largo de nuestro país, como La Tirana en el Norte, La peregrinación al Santuario de Lo Vásquez en el centro, y las mudanzas chilotas en las que yuntas de bueyes arrastran una casa completa de un lugar a otro, y tradiciones son también algunas practicas negativas que tenemos los chilenos, como subir por la puerta de atrás a la micro, o la falta de cultura de la basura que tenemos.

Asimismo, existen tradiciones en chile, como comer hot dogs con palta y tomate o ir a “pasear” al mall los fines de semana, que evidentemente no son del todo concebidas en nuestro país, pero que, sin embargo, han sido mutadas, adaptadas y adoptadas por los chilenos, para hacerlas partes también de nuestra identidad. En los ejemplos recién citados, podemos observar el elemento extranjero, que en estos casos serían el hot dog y el mall (fácilmente reconocibles incluso por el extranjerismo que se utiliza para nominarlos), y también podemos identificar el elemento nacional, que en el primer caso seria la añadidura del tomate y la palta, y en el caso del mall seria la costumbre de ir a “pasear” al mall, sin una clara intención de compra. Esta “fusión” de costumbres se debe principalmente a la homogeneidad de la costumbre original, la cual se encuentra suficientemente arraigada en el país, y es esta última la que moldea a la costumbre forastera, y no al revés.

De este modo, nos encontramos que las antiguas tradiciones han empezado a romper las barreras principalmente geográficas por las que se hallaban delimitadas antaño, y han empezado a entremezclarse unas con otras, creando nuevas costumbres, y con ello, nuevas identidades. Sobre todo en chile y otros países de gran extensión territorial, donde es muy difícil determinar con claridad una identidad nacional, debido al extenso territorio y las diferencias que se hacen presentes por ejemplo entre las zonas urbanas y las rurales; la zona norte, centro y sur; los valles interiores y las planicies costeras, entre otras. Así, tenemos que cada identidad local se fusiona de alguna u otra manera con las costumbres extranjera, especialmente con las que se hallan mas cercanas por razones geográficas. Por esta razón, observamos que por ejemplo en la ciudad de Mendoza, existen una serie de tradiciones en las que podemos encontrar algunos rasgos de chilenidad, y en las localidades como Farellones, hay una alta tasa de “argentinización” de las costumbres.

Pero con más fuerza que las barreras geográficas, se han roto las barreras idiomáticas. Esto ultimo lo podemos observar claramente en la internación de una serie de vocablos provenientes de idiomas extranjeros, que son usados con mucha frecuencia en todos los ámbitos sociales y culturales. También lo podemos ver en costumbres estadounidenses por ejemplo, que a pesar de la gran distancia geográfica que nos separa con el país del norte, han sido internalizadas sin mayor problema, como por ejemplo el hecho de ir al cine con comida.

Sin embargo, no debemos pensar que la internacion de ciertas costumbres extranjeras es un fenómeno que nos afecta solo a nosotros los chilenos. En los Estados Unidos podemos observar el mismo fenómeno. Por ejemplo, el emblema de la comida rápida inventada en Norteamérica es el hot dog, cuyo ingrediente principal, la vienesa, fue inventada precisamente en Viena, capital austriaca.

Así, concluyendo la primera parte, tenemos que la incorporación de nuevas costumbres extranjeras no significa en ninguna medida el exterminio de la tradición chilena, y por el contrario, representa el natural proceso de mutación de la tradición, posibilitado en gran medida por el fenómeno de la globalización.

El segundo eje de este ensayo buscara aclarar que el concepto de identidad engloba dos esferas separadas, pero no independientes.

La primera esfera se relaciona con la visión que tenemos los chilenos de nosotros mismos. Esta visión es la que se ve reflejadas en las encuestas en las que se pregunta ¿Cómo somos los chilenos?: ¿”aperrados”?, ¿flojos?, ¿”chaqueteros”?, etcétera. Esta serie de características no nos entregan una conclusión clara acerca de cómo es el pueblo chileno, debido principalmente a que las respuestas entregadas son sumamente subjetivas, y responden al juicio que tiene un reducido grupo de personas acerca de la nación toda. Esta auto-visión de los chilenos será denominada el Carácter Nacional, es decir, las actitudes de los chilenos frente al día a día.

Sin embargo, y debido al segundo postulado ontológico del lenguaje, que hace referencia a un “Lenguaje generador de realidades”, tenemos que el carácter nacional, que es un ente abstracto, determina en gran medida la segunda esfera de la identidad nacional, aun cuando son situaciones separadas como dijimos anteriormente.

La segunda esfera de la identidad nacional es la que dice relación con los gustos y tradiciones nacionales, determinados en la misma medida por las costumbres de antaño, que vienen realizándose ya desde la época colonial; por el carácter nacional, que es la propia visión que tenemos de nosotros, como ya hemos sostenido; y también por la influencia de otras culturas extranjeras. Es esta segunda esfera la que muta con mayor facilidad, ya que estamos hablando de un ente concreto, que se desarrolla en el día a día y que es aplicado por todos los chilenos. Por lo tanto, se encuentra expuesto a las variaciones que la aplicación de las tradiciones le puede ocasionar.

El tercer eje de este ensayo se referirá a las nuevas formas de identidad que se darán en el futuro, pero que en ningún caso reemplazaran a las identidades nacionales.

Hemos visto a lo largo de la historia que la identidad de un grupo humano se relaciona íntimamente con el suelo natal, la tierra donde existe esa sociedad. Hasta antes de la caída de la URSS, las identidades eran necesariamente de esta manera. Pero con la revolución que trajo la caída del sistema socialista en Rusia, el mundo se despolarizo y se superpuso la superpotencia norteamericana por las demás. Esto genero indirectamente una influencia norteamericana sobre las demás naciones, en las que se fusiona una parte de la cultura americana con la anfitriona, creando así costumbres mestizas. Lo trascendental es que las identidades se desarraigaron un poco de la tierra, y se concretizaron mas en intereses comunes de distintos individuos a lo largo y ancho del globo. Así, se crearon ciertamente algunos tipos de “Tribus urbanas globales”, en las que algunos sujetos repartidos por todo el planeta se sienten unidos y parte de una misma cultura. Sin embargo, cabe recalcar que la aparición de estas nuevas formas de identificación son plenamente compatibles con las identidades nacionales, y la coexistencia de ambas es un fenómeno que se da innegablemente.

3 comentarios:

  1. Muy interesante. Estoy de acuerdo contigo en algunas cosas pero difiero al respecto en otras

    Según mi punto de vista, la Globalización terminará por suprimir las costumbres nacionales de un respectivo país, teniendo como núcleo central, obviamente, a Estados Unidos y Europa Occidental. Sobre todo en Chile, que tiene casi 60 TLC con distintos países. No sé si Europa del Norte, creo más bien que Asia le quitará protagonismo a esa zona.

    La idiosincrasia de la gente se puede cambiar. Podemos construir un país más culto y moderno, aunque si te nombro mis soluciones es probable que me denuncies a la Corte Penal Internacional por fomentar ideas que van en contra de los DD.HH, pero ese es otro tema…

    Un abrazo.

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  2. PD: Esa cosa de ir a "pasear al moll" me enferma el genio.

    Si soy presidente te juro que lo prohibo.

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  3. mira yo con lo nacionalista q soi demas q tb me denunciai ante la corte internacional...opino q la globalizacion cultural es el cancer mas grande q puede haber en chile en estos momentos

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